El listillo informático explicó el otro día una anécdota que le sucedió con un cliente con mucho morro.
Recordé un hecho que me sucedió al poco de empezar a trabajar en la duendetienda. Un chico extranjero, muy joven, me preguntó si le podía hacer un favor. Con las garras fuera, por si acaso, le pregunté que qué quería.
- ¿Me cambias este billete de 50 euros por 5 de diez?
Le dije que sí, que no había problema. Soy una cazurra para los números. Pregúntame lo que quieras de letras, pero mi area cerebral en temas numéricos quedó en la barriguita de mi mamá.
Por eso fui con cuidado. Y aún así me la metieron doblada.
Cuando le fui a dar los billetes comenzó un juego que no sé muy bien como terminó.
- Mira, mejor dame este en dos de cinco.
- Sí, sí, no hay problemas...
Y dame, toma, trae, coge... me lió de tal manera que el chico se fue por la puerta después de darme mil gracias (sí, ya podéis empezar a descojonaros de mí) y yo me quedé pensativa...
pensativa...
pensativa...
¡mierda!
Se había llevado, mínimo, 100€. Los 50 iniciales, más los 50 del "cambio" más...
Hice cuentas con la libreta, ventas de la mañana, gastos, saldo del día anterior...
mierdamierdamierda...
Me faltaban 120€. No podía ser.
Salí detrás pero frené al momento. Ni sabía que camino habia cogido ni podría demostrar nada.
Seguí haciendo cuentas. Entre 100-120€, menos sus 50€ iniciales, me había chimpado el muy cabrito.
Lo primero que hice, llamar a mi jefe:
- Boss, snif, mira que pasó...
Le conté la situación y me tranquilizó diciendo que en parte la culpa era suya. Le habían avisado de esas artimañas hacía unos días y quería avisarnos. No me regañó, me dijo que no pasaba nada, que ya lo sabía para otra vez y cuando le dije que sacara ese dinero de mi nómina, que me hacía cargo de la metedura de pata, se rió y me dijo que no, que a la próxima pagaba yo el café del desayuno.
Mis jefes eran de otra provincia. Tenían allí la duendetienda que llevábamos entre mi compañera (un besazo para ella) y yo. Confiaban en nosotras y jamás tuvimos problemas.
Pero la verdad es que fue un mal momento para mí.
Se lo comenté a una cliente habitual que trabajaba en el banco, totalmente avergonzada y queriendo sacar la humillación fuera. Ella me respondió que eso pasaba en el banco cada día, por lo menos el intento. Pero que ellos tienen las maquinas y no tocan el dinero de origen hasta que está todo hablado. Si van de buena fe, se hace el cambio, si no, se les nota a leguas porque al parecer, se marchan con un "da lo mismo, tengo prisa".
Me prometí que no haría más cambios, así que a partir de ese momento, cuando alguien me pedía cambio le respondía lo mismo:
- Lo siento, no tengo. Pero ahí, en la esquina, hay una entidad bancaria.
Jo, que vergüenza sentí...
Por cierto, un beso para el listillo informático y suerte con su operación...
jueves, 27 de noviembre de 2008
Timada
Etiquetas: intentosdetimo
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3 humanoides:
Suele pasar bastante amenudo, aunque la gente no quiere reconocerlo.
En mi caso, el menda, se quedó a cuadros jajajaja. Trabajaba con mi padre y en pleno verano, al pagarnos, mi padre dice que yo vaya cobrando y el va arrancando el camión. Me llega el menda con unas bolsas de plástico transparentes y me dice que en cada bolsa había tantas monedas. Y le contesté que prefería billetes y me dice que no tiene.. Vale, pillé un cigarrito y le dije "empieza a contar y como falte una... nos vamos a reir"
Me pagó con billetes xD
Hay mucho listo. Me padre me advirtió antes...
Tranquila, pasa muchas veces.
Un saludete!
Yo siempre me mosqueo cuando alguien extraño me pide cambios en la panadería.
También soy de letras, así que si me pierdo en sus "jugaditas", pongo la mano en el mostrador encima de los billetes, le miro fijamente y con una sonrisa le digo: "empezamos de nuevo, si?"
De momento no me han timado, pero no descarto que lo hagan. Una nunca sabe cuando la van a pillar con el día obturado...
Besines de 50 en 50!!
buen blog
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